Elsa

Título

Elsa

Autor

Elflein, Ada María

Fecha

1908

Resumen

Hélene, una joven germano-argentina, está de visita en la casa de los Ulrichs, un matrimonio alemán con el cual tiene trato social pero no amistad. Pertenecen a la clase de la sociedad que se llama arbitrariamente “buena”. Al atardecer, por accidente se desgarra el vestido con un rosal y sube entonces a las habitaciones a pedirle a la Sra. Elsa, esposa de Ulrichs, un costurero. Allí presencia accidentalmente una discusión marital. Por detrás de la habitación, sin oír (pues hay un vidrio) pero viendo la gestualidad, ve que los esposos pelean. Ve el gesto de dolor y rechazo de ella, ve cómo él grita y gesticula con violencia. Al finalizar la pelea marital, ve cómo Elsa levanta los brazos en actitud implorante hacia el cuadro de una anciana y llora. Hélene se avergüenza de haber visto algo privado, que nada tenía que ver con la imagen de matrimonio feliz que mostraban los Ulrichs en sociedad. Tiempo más tarde, viaja a Alemania, la tierra de sus orígenes. Estando en un pueblito, se topa en la calle con una anciana a quien ve cara conocida. Ésta la detiene y le pregunta si es ella la joven que ha llegado de Buenos Aires: es un pueblo chico y ha corrido el rumor. La invita a tomar el té a su casa, en la cima de la colina. Cuando Hélene llega esa tarde se encuentra con una casa primorosamente decorada, con adornos antiguos y vista a todo el pueblo. Es un lugar precioso, del cual la anciana no sale. Le cuenta que a veces se intranquiliza por Elsa, que a pesar de que su hija le dice en sus cartas estar feliz, ella como madre nunca está tranquila. Le muestra entonces una carta: escrita casualmente la noche del episodio. La carta habla de la fiesta social que ha dado el matrimonio y de lo feliz que está Elsa, pero también habla del deseo incontenible de refugiarse en el pecho materno, de lo mucho que desearía verla. La anciana entonces le pregunta a Hélene si ella ha visto algo malo, algo raro o preocupante que confirme los temores e intranquilidades de la madre. Hélene, sabiendo que el viaje mataría a la anciana, tan acostumbrada a su hogar, decide mentir (“mentira piadosa”): le dice que no tiene de qué preocuparse, pues Elsa es verdaderamente feliz. La anciana respira aliviada.